miércoles, 14 de diciembre de 2011

Reflexiones en silencio.



Propicios los días navideños, época de reflexión, proyectos compartidos, sueños, balances personales. Época de familia, de relax, de solidaridad, de sonrisas y de lágrimas. Época de recuerdos, de presente, pasado y futuro... en fin...

Se acercan las fiestas y es inevitable ponerme-nos a reflexionar sobre el sentido de las mismas... claro está que cada quien las vive desde su interior... Muchas veces en esta época buscamos el silencio, luego de que nos hemos acostumbrado a "vivir" y convivir con la música como parte de uno mismo, como auténtica compañía...muchos estamos enchufados a los audífonos en el trabajo, la radio en el carro... si a esto le sumamos el ruido ambiental noscivo y el ruido normal de cualquier hogar... Qué pasó con el silencio? Será que hemos perdido la capacidad de reflexión, de permitirnos hacer insight , de callar el ruido externo para escucharnos...Es más, creo que cada vez más -y con más fuerzas- le tememos al silencio. Será que estamos en una sociedad vacía? Será que la enajenación de lo cotidiano nos priva de poner el pie en el freno y reveer el día, el año...lo vivido? Cuántos de nosotros nos tomamos unos minutos para hacer un buen balance del día o sin ir más lejos cuando llega el 31 de diciembre?

Poder sacralizar la navidad, poder mirar el pesebre y ver al Niño Dios y cuánto esto significa.

Hay dos fechas significativas y fuertes en el año: Navidad y Pascua. Ambas con un significado muy profundo: el Yin y el Yang, la vida y la muerte. Para comenzar un nuevo año se nos propone la vida, celebrar el milagro del nacimiento. Creo que merece la oportunidad de nuestra reflexión, de hacer un párate y contemplar lo extraordinario...de asombrarnos por aquello que cotidianamente dejamos pasar. Los hechos de la vida nos van marcando y este año vivimos una natividad muy especial... como todas, celebrando la vida en nuestra propia familia.




Qué bueno sería poder ir recuperando espacios perdidos, espacios valiosísimos: el espacio familiar, el espacio del sano disfrute, el espacio para el recogimiento, el espacio social sano...donde la comunidad se pueda encontrar para compartir. La famosa frase: la familia célula básica de la sociedad. Nuestro hogar un templo, un refugio, un espacio de cultivo. Me quiero quedar con este concepto.

Amigos, amigas...los espacios simbólicos son fundamentales para renovarnos. No dejemos escapar esta oportunidad de re-plantearnos nuestros valores y nuestras prioridades, de sostenerlos y afianzarlos...de transmitirlos. El ejemplo y la coherencia de vida es la mejor doctrina en una sociedad cada vez más des-humanizada. Demos lugar a que renazca la vida en todo su sentido.

Quiero también agradecer el esfuerzo realizado por Luisa y el equipo que la ayudó a decorar nuestros espacios para que viviéramos en el VRDA el comienzo del mes decembrino, el de las gaitas, el de las sonrisas, el de los abrazos...

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